Febrero de 2025 quedará grabado en la memoria de los arequipeños y de todos los peruanos como un mes marcado por la tristeza y la indignación. En esta oportunidad, la vida de una niña de tan solo tres años se apagó en un contexto que nos invita a reflexionar sobre la protección de los más vulnerables, especialmente los niños. Este artículo se sumerge en la dolorosa historia de esta pequeña que, lamentablemente, no pudo defenderse en un entorno que debería ser su refugio: el hogar.
La historia comenzó a trascender las fronteras de la comunidad cuando, después de varios días de hospitalización, la niña perdió la vida. Las circunstancias que rodearon su deceso son devastadoras y han suscitado un intenso debate sobre la violencia familiar y la desprotección que enfrentan muchos niños en su propio hogar. La conmoción en Arequipa fue palpable, y las redes sociales se llenaron de mensajes de apoyo hacia la familia y de condena hacia cualquier tipo de maltrato.
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Este trágico suceso no solo dejó un vacío irreparable en la vida de sus seres queridos, sino que también puso de relieve la urgencia de abordar la problemática del abuso infantil en el Perú. Según informes de diversas entidades de protección infanto-juvenil, la violencia contra menores de edad es un fenómeno más común de lo que se desea admitir, y el entorno familiar es a menudo el lugar más peligroso.

El contexto familiar y la vulnerabilidad infantil
La familia es, por definición, el primer núcleo social donde se forman los individuos y donde deberían recibir amor y protección. Sin embargo, para muchos niños, la realidad es diferente. En el caso de la niña de Arequipa, es fundamental preguntarse: ¿quiénes dejaron de protegerla?
Las dinámicas familiares son complejas y pueden verse afectadas por múltiples factores, desde problemas económicos hasta conflictos de pareja. Muchos de estos problemas generan un clima de tensión que puede desencadenar en actos de agresión, tanto física como emocional. Por eso, es necesario que las autoridades y la sociedad en general se comprometan a promover un ambiente seguro para todos los niños.
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El papel de la comunidad en la protección infantil
La tragedia que ocurrió en Arequipa nos recuerda que no solo la familia tiene la responsabilidad de proteger a los niños, sino también la comunidad. La participación de la sociedad es crucial para detectar y prevenir situaciones que puedan poner en riesgo a los menores.
Escuelas, vecinos y organizaciones comunitarias deben estar alertas ante signos de maltrato o abandono. La capacitación en temas de protección infantil y la creación de redes de apoyo son pasos necesarios para evitar futuras tragedias. La sensibilización en torno al bienestar infantil debería ser una prioridad en todos los rincones del país.
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Los desafíos que enfrenta el sistema de protección a la infancia
A pesar de que existen leyes para proteger los derechos de los niños en Perú, la implementación de estas normativas sigue siendo un desafío. La falta de recursos, la burocracia y la desinformación limitan el alcance de estas leyes, dejando a muchos niños desprotegidos. Este caso ha resaltado la urgencia de revisar y mejorar el sistema de protección a la infancia.
La intervención de organismos gubernamentales y no gubernamentales debe ser más proactiva. La capacitación de profesionales que trabajan en el ámbito de la infancia debería ser continua y estar centrada en la prevención y atención de casos de maltrato. Solo así se podrá avanzar en la construcción de una sociedad más justa y segura para los más vulnerables.
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Reflexiones finales: Un llamado a la acción
La muerte de esta niña en Arequipa no debe ser solo un momento de dolor, sino un llamado a la acción. Es fundamental que cada uno de nosotros tome conciencia y se involucre activamente en la protección de los niños. La historia nos enseña que la indiferencia alimenta el ciclo de la violencia y que todos tenemos un papel que desempeñar.
La creación de espacios de diálogo en torno a la violencia familiar, la promoción de programas de apoyo a las familias en riesgo y la educación en derechos infantiles son algunas de las soluciones que podemos implementar. Es necesario que como sociedad digamos “basta” a la violencia y “sí” a la protección y el amor hacia nuestros niños.
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Solo entonces podremos evitar que más tragedias como la de esta pequeña ocurran en el futuro. Su memoria debe servir para inspirar un cambio en la forma en que vemos y defendemos a nuestros niños, quienes son el futuro del país.
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